Autobiografía
Hablar de mi vida es remitirme a mi nacimiento, un momento maravilloso para mi familia y mis amigos.Todos mis familiares estaban muy felices, en especial mis abuelitos maternos y mi mamá. Nací en un hogar maravilloso donde siempre se ha hablado de Dios y de su misericordia. Mi niñez, estuvo llena de alegría, de juegos y de muchos amiguitos a los que aun recuerdo.
Aunque mi padre nunca estuvo durante mi infancia, agradezco infinitamente a Dios por sus innumerables bendiciones, por la familia que me dio y por todo lo que me ha dado día a día... Definitivamente, tener a Dios en mi vida desde muy niña ha sido la experiencia más maravillosa que he vivido porque con él lo he tenido todo.
Durante los primeros cuatro años de mi vida, estuve en una casa grande y muy linda donde pasé momentos innolvidables. Cuando a mi prima Laura la llevaban a mi casa, pasábamos días interminables de juegos, de picardías y de mucha diversión... Lo malo era que cuando se iba para Bogotá yo me volvía a quedar solita y solo me quedaba el recuerdo de aquellos días maravillosos, con la certeza de que volveríamos a jugar el próximo año.
La casa donde vivía tenía hermosas matas que mi mamá cuidaba arduamente, pero yo me divertía pellizcándolas. También recuerdo que mi abuelito me consentía y compartía largas tardes en las que jugabamos y reiamos en el solar de la casa. En el solar había árboles de aguacate y de guayaba, a mi me encantaba guardar los aguacates en mi ropa y mi mamá me regañaba porque ella ya me había explicado que ahí no se guardaban, pero yo era feliz contradiciéndola.
Recuerdo gratamente que desde muy pequeña me llevaban a la iglesia. Yo amaba cantar y hacer los trabajos manuales que las maestras me daban, eran domingos hermosos en los que fui conociendo a Dios...
Mis tíos, unas personas super especiales y dedicadas que siempre me han amado y han hecho lo mejor por consentirme. Entre mis tíos Mechitas es una persona maravillosa que siempre me ha consentido en todo y me ha amado como a una hija. Que bueno saber que estoy rodeada de su amor, su comprensión y su ayuda, que bueno es saber que puedo contar con personas tan hermosas como mi familia, una familia única y admirable.
Cuando entré por primera vez a la Escuela, me encontré rodeada de un mundo nuevo y mágico a la vez. Cuando se es niño, la vida se percibe de una manera tan diferente, un mundo en el que sólo vemos magia, color y felicidad. Así fue como empecé a conocer mi amada escuela, mis compañeritos y mis profesoras. Con el pasar de los días aprender las letras, los números y hacer las planas constituían tareas diarias acompañadas por el mejor ingrediente, el amor.
Aunque mi padre nunca estuvo durante mi infancia, agradezco infinitamente a Dios por sus innumerables bendiciones, por la familia que me dio y por todo lo que me ha dado día a día... Definitivamente, tener a Dios en mi vida desde muy niña ha sido la experiencia más maravillosa que he vivido porque con él lo he tenido todo.
Durante los primeros cuatro años de mi vida, estuve en una casa grande y muy linda donde pasé momentos innolvidables. Cuando a mi prima Laura la llevaban a mi casa, pasábamos días interminables de juegos, de picardías y de mucha diversión... Lo malo era que cuando se iba para Bogotá yo me volvía a quedar solita y solo me quedaba el recuerdo de aquellos días maravillosos, con la certeza de que volveríamos a jugar el próximo año.
La casa donde vivía tenía hermosas matas que mi mamá cuidaba arduamente, pero yo me divertía pellizcándolas. También recuerdo que mi abuelito me consentía y compartía largas tardes en las que jugabamos y reiamos en el solar de la casa. En el solar había árboles de aguacate y de guayaba, a mi me encantaba guardar los aguacates en mi ropa y mi mamá me regañaba porque ella ya me había explicado que ahí no se guardaban, pero yo era feliz contradiciéndola.
Recuerdo gratamente que desde muy pequeña me llevaban a la iglesia. Yo amaba cantar y hacer los trabajos manuales que las maestras me daban, eran domingos hermosos en los que fui conociendo a Dios...
Mis tíos, unas personas super especiales y dedicadas que siempre me han amado y han hecho lo mejor por consentirme. Entre mis tíos Mechitas es una persona maravillosa que siempre me ha consentido en todo y me ha amado como a una hija. Que bueno saber que estoy rodeada de su amor, su comprensión y su ayuda, que bueno es saber que puedo contar con personas tan hermosas como mi familia, una familia única y admirable.
Cuando entré por primera vez a la Escuela, me encontré rodeada de un mundo nuevo y mágico a la vez. Cuando se es niño, la vida se percibe de una manera tan diferente, un mundo en el que sólo vemos magia, color y felicidad. Así fue como empecé a conocer mi amada escuela, mis compañeritos y mis profesoras. Con el pasar de los días aprender las letras, los números y hacer las planas constituían tareas diarias acompañadas por el mejor ingrediente, el amor.
También recuerdo aquel salón hermoso y grande donde había muchos juguetes, un mundo mágico para mi. Allí pasé momentos maravillosos, pero también dolorosos, porque cerca de este salón perdí a mi amada muñeca. La quería mucho porque me la había regalado una tía. Ese día lloré inconsolablemente... Este tipo de experiencias marcaron mi vida y hoy puedo recordarlas con algo de nostalgia.
Cada día que pasaba me enamoraba más de mi nuevo rol de estudiante. Recuerdo que desde muy pequeña he sido muy ordenada y en algunas cosas era muy perfeccionista, pues yo lloraba inconsolablemente cuando no podía llevar una tarea.
Cuando yo salía en las tardes de mi amada escuela me esperaba mi familia, pero mi abuelito siempre estaba pendiente de mi llegada porque los dos jugabamos, reiamos y mirabamos televisión... Que bueno recordar aquellos tiempos de mi niñez tan dulces, y que bueno tener en mis recuerdos al abuelito más lindo del mundo.
Después de concluir mi primaria en la Escuela Anexa entré a estudiar al Colegio María Goretti ubicado en Real de Minas. Allí hice mi primer año de bachillerato y conocí a muchas muchachas con las que compartí muchos días, muchas aventuras y muchos días de tareas y juegos. Al año siguiente empecé a estudiar en el Instituto Educativo Pentecostal un colegio que pertenece a la iglesia a la que asisto.
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