Cuarta Crónica
EL CUERPO COMO INSTRUMENTO DE DIVERSIÓN
Por: Silvia Juliana Vargas
En la búsqueda de un lugar donde pudiera tomar algunas fotografías para escribir mi crónica, me hallé con varios sitios en los que me encontré con una gran sorpresa: aquí no se pueden tomar fotos me dijeron. En algunas Escuelas de Artes Marciales hay ciertas restricciones para este tipo de actividades, pues la gran mayoría son niños. Fue así como concluyó un intento fallido de lo que llegué a imaginar que sería un verdadero panorama, para la realización de mi crónica. A pesar de todo, el rato que estuve junto a mi novio esperando que nos atendieran, pudimos observar cómo los niños disfrutaban al máximo de cada actividad, con el deseo de mejorar y divertirse. De este modo, el viernes 21 de Septiembre de 2012 cerca de las 7:30 de la noche regresé a mi casa con la cámara vacía, porque aun no tenía ninguna fotografía para mi crónica. Pero esa misma noche, recordé que también cerca a mi casa había otro establecimiento de Artes Marciales llamado “El Dragón Negro”. Por tanto, sólo era cuestión de llamar al día siguiente temprano, para averiguar los horarios en que podía visitar esta escuela, y así tomar mis fotografías si era posible. Por lo contrario, debía pensar en otra actividad.
En cambio, el día 22 de Septiembre de 2012, un día muy soleado, resplandeciente y armonioso; me levanté, me organicé y me dirigí hacia la Carrera 20 Nº 39-68 del centro de la ciudad de Bucaramanga, donde queda la Escuela de Artes Marciales El Dragón Negro. Al llegar, me encontré con una casa grande y vieja pintada de negro y rojo, colores que normalmente identifican este tipo de escuelas de karate. También, había un inmenso dragón negro pintado en la pared y por supuesto el nombre de la escuela en japonés. Al tocar, me encontré con un grato recibimiento por parte del profesor Alfredo Hernández Sánchez, un hombre bastante corpulento que se dirigió muy respetuosamente diciéndome: qué necesita señorita. Yo le dije que debía realizar un trabajo para la universidad y quería tomar algunas fotos de los chicos durante el entrenamiento. Él simplemente me dijo: por supuesto tome las fotos que necesite. Después, empezó el entrenamiento cerca de las 9:30 de la mañana, dirigido por el profesor Alfredo Hernández, un hombre que gracias a su disciplina en el karate es cinturón negro, 4to Dan.
Bueno, todo empezó con una serie de ejercicios de calentamiento como trotar, saltar, hacer cuclillas y hacer serpientes, según lo ordenaba el profesor Hernández. Allí había once niños bastante hiperactivos e inteligentes. Unos más atentos y otros un poco distraídos, pero todos hacían los ejercicios junto al profesor con mucha energía y disciplina, es decir, muy ordenados. Creo que la edad de aquellos chicos oscilaba entre 7-14 años una edad donde tienen demasiada energía, y qué bueno que la exploten ejercitando su cuerpo con el karate. Durante este entrenamiento tuve la oportunidad de conocer a un chico de 14 años llamado Freddy Alexander González Rodríguez, quien actualmente es cinturón verde. Él me contó lo siguiente: normalmente voy dos veces a la semana a las clases, casi siempre los sábados y domingos porque entre semana por las tardes, aunque quisiera ir a entrenar no puedo, porque debo hacer las tareas que me dejan en el colegio.
Además, Freddy Alexander me dijo que los entrenamientos del profesor Alfredo Hernández le encantaban y hacían que su mente y su cuerpo estuvieran en otro espacio diferente a su aula de clase. Él decía: el karate me hace sentir mucho mejor, siento mi cuerpo más libre y con mucha energía. Lo más importante de todo es que las clases son muy divertidas, y creo que el profesor Hernández es un excelente maestro de Artes Marciales. Realmente, por eso es que estoy acá, porque me gustan mucho sus clases y todo lo que tenga que ver con el karate.
Por cierto, el lugar es bastante acogedor, pues las paredes están totalmente decoradas con algunas insignias e imágenes que identifican a un verdadero karateca. También, en el techo hay diversas decoraciones que cuelgan con la imagen de una japonesa y una palabra por el lado contrario. Además hay imágenes de paisajes que transmiten mucha tranquilidad e inspiran. Igualmente, el piso se encuentra pintado con un círculo grande del cual no se su significado, pero creo que es muy importante en las Artes Marciales. Estando en este lugar mi pregunta era ¿por qué la escuela se llama El Dragón Negro? Bueno, primeramente para esto recurrí a hacer lectura de alguna información que estaba en las paredes. En una de ellas claramente explicaba que el Tatsu Kuroy Do es un Arte Marcial flexible que se practica con las manos desnudas, abiertas o en puño en sus diversas aplicaciones, utilizando todas las posibles formas para golpear. También, es importante mencionar que este tipo de Arte Marcial, procura utilizar todas las demás partes del cuerpo como elementos de ataque y defensa.
De ahí que, la palabra Tatsu Kuroy Do se explica de la siguiente manera: Tatsu: significa dragón, Kuroy: negro y Do: significa camino. Esto es, lo que comprende esta palabra, una búsqueda y dominio de este dragón interno que todos llevamos dentro. Por lo tanto, mediante su desarrollo y fortalecimiento de la voluntad, la disciplina y los buenos hábitos de salud, encontremos la seguridad de comportamiento ante la sociedad y un instrumento para sentirnos seguros, en la aplicación de criterios que nos permita el ejercicio con alto grado de mentalidad asertiva de cualquier actividad diaria ya sea individual, colectiva, profesional y por supuesto el uso adecuado de nuestros conocimientos del Tatsu Do cuando nuestra vida se encuentre en inminente peligro y no haya otra alternativa lógica más viable para preservarla.
También, puedo señalar que estando en El Dragón Negro observé que a esta escuela llegó una muchacha de aproximadamente 30 años, quien se puso rápidamente su uniforme y empezó a entrenar en un cuarto aparte, pues los niños se encontraban en el salón más grande o en el patio, como comúnmente le llamamos los Bumangueses a esta parte de la casa. Esto me hizo pensar que no sólo a los niños les interesa el karate, sino a los más grandecitos también. Por otro lado, mientras seguía el entrenamiento de los niños pude tomar casi 150 fotografías que muestran claramente el cuerpo como instrumento de diversión. Digo esto, porque considero que el karate es un deporte donde los niños se despojan de todo y dejan llevar su cuerpo por una serie de ejercicios en los que hay diversos movimientos que los incorporan en el mundo de las Artes Marciales; pasando un rato ameno, teniendo en cuenta que estos chicos tienen demasiada energía por gastar.
En resumidas cuentas, en esta escuela de Artes Marciales los niños aprenden constantemente, se divierten y permiten que su cuerpo se deleite en el juego y la exigencia que requiere un Arte Marcial como el karate. Mientras los niños hacían la actividad que les demandaba su profesor, en todas las direcciones de la casa pude observar que muy ordenadamente, se encontraban colgados los instrumentos que utilizaban para el desarrollo de la clase. Así pues, en el momento que necesitaban cambiar de objeto lo podían hacer rápidamente sin que se perdiera tiempo buscando el material para la clase. Al finalizar la sesión, el profesor Alfredo Hernández hizo los últimos ejercicios y se dirigió a sus estudiantes con una felicitación por el buen comportamiento y rendimiento de la clase, ofreciéndoles una deliciosa bebida helada que parecía una rica limonada, desde luego, muy merecida después de todo lo que habían hecho los chicos. Como despedida final el profe les dijo: Nos vemos el lunes, buen fin de semana campeones.
Por último, puedo decir que verdaderamente haber ido a la escuela de Artes Marciales El Dragón Negro fue muy provechoso y divertido, pues aunque no estaba participando de la clase, los niños me transmitieron su alegría y una energía insaciable que como sabemos, todo niño la posee y es necesario que la explote al máximo. Por cierto, me hicieron sonreír demasiado con su gracia y llegué a pensar que cuando estaba tomando las fotos los niños se iban a distraer demasiado, pero ocurrió todo lo contrario, estuvieron muy disciplinados demostrando sus saberes y capacidades. Realmente fue una experiencia maravillosa que nunca olvidaré.
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